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La historia no sólo está compuesta por fechas y nombres propios. También está construida, literalmente, por los monumentos que han quedado en pie y se conservan a pesar del paso de los siglos. Una excelente opción para el fin de semana largo es visitar la imponente Ermita de Betlam, en el Municipio de Artá. Una muestra vigente de la historia de Mallorca.

Hay sitios en Mallorca que están plagados de historia. Sitios donde el mundo converge en hechos que se remontan a siglos y memoria. Y en esos lugares se levantan monumentos que rememoran el paso del tiempo y lo mantienen, de alguna manera, detenido como en una fotografía. La imponente y sobrecogedora Ermita de Betlem es uno de esos sitios.

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Ubicada a 10 kilómetros del Municipio de Artá y a unos 280 metros de altura, la construcción todavía goza de un impecable mantenimiento y refleja el cuidado que se le brinda de manera constante. En el interior se encuentran, muy bien conservadas, obras del escultor Adrià Ferran (1774-1842) y del pintor madrileño Manuel Bayeu (1740-1808).

La ermita está en las tierras de la antigua alquería musulmana de Binialgorfa y fue fundada en 1805 por los miembros de la comunidad eremítica de San Honorato de Randa y de la Trinidad de Valldemossa. La comunidad se trasladó a este lugar por una donación realizada por Jaume Morell. Este terreno contenía restos de una torre de defensa y una almazara. Se inauguró en 1818 y durante el siglo XIX fue ampliándose con la construcción de celdas, cocina, refectorio y otras dependencias. Destaca la iglesia, obra de Joan Rosselló, que fue bendecida en 1824.

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El acceso a la zona se realiza por un amplio camino enmarcado por cipreses. En la fachada principal se observa un reloj de sol, una pequeña ventana y un rosetón. En el interior, de nave única, destacan la bóveda con frescos de la coronación de la Virgen María -obra de Francesc Parietti-, el retablo mayor y las siete pinturas de Manuel Bayeu, sobre escenas de la vida de Cristo. En el exterior hay vestigios de antiguos huertos y construcciones destinadas a almacenes e instalaciones ganaderas de la comunidad religiosa.

También se puede ver, a pocos metros de distancia, la fuente llamada de Na Bernadeta, que proporciona agua tanto a la ermita como a un molino levantado en el siglo XIX. Junto a la fuente hay una capilla abovedada, dedicada a la Virgen de Lourdes. Cada año, los habitantes de Artà suben en romería a la ermita.

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En el terreno de la ermita también se encuentran las deshabitadas casas de Betlem, que amenazan con derrumbarse desde hace décadas. Desde allí se puede disfrutar de una hermosa vista de los campo, de la bahía de Alcúdia y del cap Pinar.

Buena parte del camino es de piedra y, en algunos tramos, sólo se trata de un sendero de cabras. Pero la sobrecogedora construcción de la ermita bien vale la pena el camino.

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